Aokigahara es un bosque en la falda del monte Fuji en Japón, al que también se le llama el "Mar de los árboles". Este bosque es el lugar más popular para cometer suicidios en el Japón.
Más de 500 personas se han quitado la vida en Aokigahara desde los años 50, y 78 de esos suicido curriendo solamente en el año 2002.
Se dice que esta tendencia comenzó después que Seichi Matsumoto publicó su novela Kuroi Kaiju (Océano negro de árboles) en donde dos de sus personajes cometen suicidio allí, pero el lugar ya tenía una mala reputación desde principios del siglo XIX.
Todas las semanas la policía patrulla Aikogahara en busca de nuevos cadáveres.
Taro, un hombre de 46 años de edad que fue despedido de su trabajo en una compañía de manufacturación de hierro, esperaba perderse en la oscuridad del bosque. “Mi voluntad de vivir se había desvanecido”, dijo él. “Había perdido mi identidad, así que no quería vivir más en esta tierra. Fue por eso que fui a Aokigahara”.
El hombre, quien no quiso ser identificado completamente, estaba nadando en deudas y ya había sido desalojado del apartamento que le proveía la compañía en donde trabajaba.
Taro perdió el control financiero de su vida, el cual él cree, ser la fundación de toda vida estable. “Tú necesitas dinero para sobrevivir”, dijo él. Si tienes una novia, necesitas dinero. Si te quieres casar, necesitas dinero. El dinero es completamente necesario en tu vida”.
Taro compró un boleto de ida hacia el bosque, el cual queda al occidente de Tokio. Cuando llegó allá se cortó las venas de las muñecas, aunque las heridas no fueron lo suficientemente profundas para matarlo rápidamente.
Él empezó a vagar por el bosque. Se desplomó en los arbustos después de estar delirando por varios días y a punto de morir debido a la deshidratación, el hambre y al tener las extremidades congeladas. Taro perdió todos los dedos de su pie derecho por causa de la congelación. Pero no perdió su vida, porque un excursionista encontró su cuerpo agonizante y pidió auxilio.
La historia de Taro es una de las de cientos que ocurren en el bosque de Aokigahara cada año. La tasa de suicidio del Japón, de por sí una de las más altas del mundo, ha aumentado con la reciente crisis económica. En el año 2008 se registraron un total de 2645 suicidios, lo que representa un aumento de un 15% con relación al año 2007 donde se registraron un total de 2305 suicidios.
El gobierno japonés ha dicho que la tasa de suicidios se ha convertido en una prioridad y ha prometido reducirla en más de un 20% para el año 2016. Para ello planea concientizar a los jóvenes en las escuelas y en los lugares de trabajo. Pero oficiales temen, que de continuar un aumento en el desempleo y las bancarrotas, la tasa de suicidio podría aumentar alcanzando los niveles pico que ocurrieron en tiempos económicos difíciles del pasado.
“El desempleo está conduciendo a ésto”, dijo Toyoki Yoshida, un consejero de crédito y suicidios. La sociedad y el gobierno necesitan establecer medidas preventivas inmediatas para contrarrestar los suicidios. Debería haber más lugares en donde la gente pudiera venir a buscar ayuda”.
Yoshida y su compañero de labor, Norio Sawagushi, pusieron letreros en el bosque de Aokigahara urgiendo a los visitantes con tendencias suicidas a llamar a su organización, un servicio que presta consejería de crédito. Ambos hombres dicen que la sociedad japonesa muy a menudo le da la espalda a aquellos que están desempleados y se encuentran en bancarrota, y produce una cultura en donde los suicidio todavía son considerados como una opción honorable.
Las autoridades locales dicen que como última instancia han instalado cámaras de seguridad a la entrada del bosque, para detener a las personas de cometer suicidio.
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